Despiertas al sol cada mañana
con tu brío y tu sonrisa fresca.
Incontables primaveras
agrietaron tus manos,
que amasan, que siembran,
que ordeñan, que construyen,
que a todos se ofrecen
y que todo abarcan.
Al alba, guías a tu rebaño
con piernas de atleta,
con cantos alados,
sin quejarte del invierno
del cansancio o de los años.
Batallas con la azada
y cargas la húmeda leña
en tu tronco erosionado.
Nunca te pusiste cadenas
y forjaste sola tu granja.
El huerto fue tu maestro
y la aldea tu eterna escuela.
Conoces todas las hierbas,
distingues a cada ruiseñor
y de tres gallinas pequeñas
sacas cinco pucheros.
A mediodía, nos haces
soñar con historias de hoy
o del ayer, siempre nuevas,
siempre llenas de memoria,
de vida y de anécdotas.
Tu savia nos haces brotar,
nos hace enraizarnos
con fuerza a la tierra.
El sol se adormece sonriente
viendo cómo, punto a punto,
enlazas, con la vista nublada,
la lana que arropa los pies
y el alma de tu lejana familia
o de las personas anónimas
que a tu puertan llaman.
De: Zoraida Sánchez
Bello y tierno…
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Gracias. Es un homenaje a mi bisabuela.
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