Luces de Bohemia es el primer esperpento de poeta y dramaturgo don Ramón del Valle Inclán. Fue publicado por entregas en 1920 en la revista España y ampliado y editado como libro en 1924. La enorme complejidad escénica que conlleva y la férrea crítica social que transmite mantuvieron la obra alejada de los escenarios durante casi cuatro décadas. Su primera puesta en escena se realizó en París (1963) y, siete años después, cobró vida en España.
Las quince secuencias que conforman esta innovadora pieza teatral nos muestran la peregrinación nocturna del poeta ciego, Max Estrella, y de su inseparable guía, Don Latino de Hispalis, por los lugares más sombrios y sublimes del Madrid «absudo, brillante y hambriento» de la restauración borbónica. En ese trágico descenso a los «infiernos», transitan ante los ojos del espectador todo tipo de personajes: políticos, policias, escritores, prostitutas, borrachos, presos, redactores, sepultureros e, incluso, entes ficticción como el Marqués de Bradomín. Durante este deambular por la sociedad de la época, a través de las riquísimas y extensas acotaciones del autor y mediante sus irónicas reflexiones sobre las principales preocupaciones humanas, nos adentramos en la nueva visión artística del «esperpento»: una forma grotesca de deformar la realidad.
El gran éxito que supuso el estreno de Luces de Bohemia y la sorpredente vigencia que transmite cada vez que se pone en escena han hecho que fuera representada en numerosas ocasiones y que se trasladara a la pequeña pantalla (a través de programas como La mitad invisible o Versión española) y a las salas de cine. En 1985, bajo la dirección de Miguel Ángel Díez, se realizó una cuidada adaptación fílmica. En ella, participaron actores tan importantes como Agustín González, Fernando Fernán-Gómez,Francisco Rabal o Imanol Arias, lo cual demuestra la voluntad de crear una película que estuviera a la altura de las altas expectativas que ofrece la obra.
La ambientación del largometraje, llena de luces y sombras, recrea de forma precisa cada uno de los espacios que se describen en las singulares acotaciones. Pueden destacarsen, por su lograda evocación, la casa de Max Extrella (un guardillón con ventano angosto), la cueva de Zaratrustra (donde rimeros de libros hacen escombro y cubren las paredes), la Taberna de Pica Lagartos (un zaguán oscuro con mesas y banquillos) y el Café Colón con sus “mesas de mármol” y “divanes rojos”. Los personajes que se mueven por estos lugares también son retratados con gran acierto: Max Estrella «con su hermosa barba con mechones de canas” y “un gran carácter clásico-arcaico”; don Latino de Hispalis “vejete asmático” con “anteojos” y “un perrillo” y el preso catalán que, aunque no tiene “la cara llena de sangre”, transmite perfectamente con sus palabras y gestos la amargura y el coraje que Valle Inclán intenta encarnar en él. Los diálogos de los personajes son bastante fieles al texto original, ya quee mantienen la enorme riqueza léxica y expresiva que caracteriza el complejo lenguaje del dramaturgo gallego, el cual combina siempre lo culto y lo vulgar y lo trágico y lo grotesco.
A pesar de la intención del director de ser leal a la trama, en la película se producen cambios importantes, tanto a nivel estructural como de contenido, que alteran de manera significativa la recepción de la pieza por parte del espectador. El orden de las escenas iniciales es modificado. El film comienza con las tres últimas secuencias de la obra teatral. La elección de empezar con la escena del velatorio de Max Estrella, en lugar de la conversación entre este y su esposa tras haber perdido su trabajo, conlleva las siguientes consecuencias interpretativas. Por un lado, rompe con la estructura circular del libro, debido a que este se abre con una invitación al suicidio por parte del protagonista a Madame Collet y a su hija y se cierra con el enigmático titular del periódico “¿crimen o sucidio?” de dos mujeres, que encajan con su decripción. Por otro, anticipa el final trágico, pues se suprime el suspense de saber qué le sucederá al poeta tras su deambular nocturno y elimina el momento de clímax grotesco en el que el doctor, Basilio Soulinake, comunica a todos que el genio no ha muerto.
Además, se sustrae una de las escenas más esperpénticas del drama. El público del film sabe desde el principio que don Latino ha ganado la loteria con el número de Max, pero ignora que este “de buen corazón” lo hubiera compartido con la viuda; el verdugo, por tanto, no se convierte en héroe, como sí sucede en las últimas líneas de la pieza teatral. La alteración en el orden de las escenas conlleva que el director deba inventarse un personaje que reconstruya las horas previas a la muerte del poeta bohemio. Esto se traduce en la incorporación de diversas secuencias para poder darle coherencia a la técnica del flash back, rompiendo así con la expresión directa y lineal de la obra de teatro.
Sin embargo el drástico cambio estructural del film aporta algunas novedades interesantes. Si se analiza el diálogo que mantienen Rubén Dario y el joven que desea evocar la noche de Max Estrella, puede comprobarse que se introducen fragmentos de la obra de Alejandro Sawa, escritor en el que see inspiró a Valle Inclán para crear al protagonista de Luces de Bohemia. El autor nicaragüense alude al «Victor Hugo español» con estas frases de Iluminaciones en la Sombra: “Se olvidó, por mirar fijamente lo infinito, de que era un señor de carne y hueso, de que tenía mujer e hija, de que era preciso hacer dinero”. También aparecerán escritos de Sawa, poco después en la escena en la que se muestra por qué se despide a Max Estrella del periódico.
Otro de los grandes aciertos que incorpora de la película, por el gran impacto visual y emocional que supone, es la muerte del preso catalán. En la pieza dramática, se menciona su asesinato a través de uno de los personajes, mientras que en el film se muestra cómo el recluso se prepara para su fusilamiento; el dolor y la rabia que transmite su rostro, justo antes del disparo, supone una fuerte carga de dosis emotiva para el público que lo contempla. Pero al añadir esta escena y las mencionadas anteriormente, se eliminan secuencias de gran importancia para la comprensión de la trama. Aunque en el largometraje la recreación de la muerte del protagonista es bastante verosímil, debido a la brillante actuación de los actores y a la magnifica ambientación, se suprime gran parte del importante diálogo sobre la nueva forma de contemplar la realidad que propone Valle Inclán, el esperpento (Escena XII):
MAX: Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento. El sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada (…).
MAX: Las imágenes más bellas en un espejo cóncavo son absurdas (…). La deformación deja de serlo cuando está sujeta a una matemática perfecta (…). Mi estética actual es transformar con matemática de espejo cóncavo las normas clásicas
Existen, además, otras carencias significativas respecto al contenido de la película, pues se eliminan múltiples fragmentos que aportan a la trama una fuerte crítica social o que incitan a la reflexión. Destaca la ausencia de los diálogos sobre qué opina el pueblo de los crímenes que se cometen en las manifestaciones: “La vida del proletario no representa nada para el Gobierno” y la supresión de la escena entre los sepultureros, Rubén Darío y el Marqués de Bradomín sobre la muerte, la sociedad y la literatura: “Querido Rubén, Hamlet y Ofelia, en nuestra dramática española, serían dos tipos regocijados. ¡Un tímido y una niña boba!”.
Pero el mayor desacierto de la película es no haber incluido las acotaciones (mediante la lectura de estas), ya que son una pieza clave para transmitir la gran revolución teatral que supone Luces de Bohemia respecto a otras creaciones de su tiempo. Las acotaciones en esta obra dramática no son simples instrucciones para llevarla a las tablas, sino que poseen por su riqueza léxica y expresiva muchas de las claves necesarias para entender la estética del esperpento:
ZARATUSTRA, abichado y giboso -la cara de tocino rancio y la bufanda de verde serpiente-, promueve, con su caracterización de fantoche, una aguda y dolorosa disonancia muy emotiva y muy moderna” (Escena II).
Se ha podido comprobar, tras esta breve comparación, que el largometraje intenta ser bastante fiel a la obra literaria, aunque introduce cambios significativos, los cuales en muy pocos casos pueden ser valorados positivamente. La alteración del orden de las escenas (la película se inicia por las finales) no solo elimina gran parte de la tensión y del carácter grotesco de la obra, sino que añade un intermediario entre el espectador y la historia al recurrir a la técnica del flash-back.
Además, la supresión casi completa de la teoría del esperpento y la de muchos otros fragmentos (ayudan a recrear la cruda realidad que rodea la vida de Max Estrella) hacen que en el film no se entienda la nueva visión del mundo que propone Valle Inclán ni que tampoco se comprenda gran parte de la crítica cultural, política y social que hace de su época. Igual ocurre con la total ausencia de las riquísimas y complejas acotaciones, las cuales al ser eliminadas hace que se pierda gran parte de la complejidad y de la innovación que supone este magnifico drama.
No obstante, debe valorarse la gran ambientación que hace el director y la estupenda representación que realizan los actores, así como también la inclusión de los díálogos de Sawa y de la secuencia de la muerte del preso catalán. Podría concluirse, por tanto, que el largormetraje, a pesar de los errores mencionados y de no alcanzar la enorme calidad del texto original, es una adecuada recreación de este. Pocas piezas teatrales del los años veinte pueden adaptarse al cine con tanta facilidad como Luces de Bohemia, gracias a sus constantes cambios de espacio y al gran número de personajes. Y, lo más importante, casi ninguna posee la enorme vigencia de esta, pues su representación hace reflexionar a los espectadores actuales sobre la hipocresía y la injusticia social de todas las épocas y lugares.