Los ríos profundos (1958) es una novela iniciática que pretende retratar el Perú de los años 60 y que recoge muchas de las tradiciones andinas que en él se estaban perdiendo. Tal proyecto, desarrollado por José María Arguedas, solo podía ser llevado a término con éxito si se conseguía reflejar el mestizaje cultural de sus habitantes y su complicada situación político-social. Por ello, el escritor peruano optó por un español quechuizado[1] (aunque no renunció a incluir formas en quechua) para contar la historia de Ernesto, un niño que contempla el espacio y el entorno que lo rodea (Abancay) buscando todo aquello que mantenga viva la esencia de sus antepasados índigenas.
La estructura de la obra, a pesar de ser lineal, contiene algunas características innovadoras, que ayudan a ofrece una visión de la realidad más compleja y cercana a la novela moderna. El relato a veces invierte el orden (como sucede al principio), evoca episodios pasados y adquiere un carácter propio y unitario gracias a la música y la danza, las cuales están presentes tanto en el interior como en el cierre de cada capítulo (Usandizaga; 2013). Además, el primero condensa simbólicamente los grandes temas y las oposiciones fundamentales que se darán en toda la novela y los capítulos siguientes se van extendiendo, progresivamente, para aumentar su efecto expresivo. Este llega a su máximo nivel en episodio final (Gónzalez, 1995: 85).
El punto de vista de la obra también es complejo, ya que “se pueden detectar tres visiones diferentes a través de un mismo narrador”. Por un lado, está el niño que vive en el colegio y que comprende lo sobrenatural, por otro, se encuentra el adulto que recuerda los acontecimientos y, por último, el antropólogo que da a conocer el mundo andino. La combinación de estas tres subjetividades ayudan al lector a adentrarse en los distintos elementos de este mundo ancestral (Usandizaga, 2013). Arguedas rescata muchos de los mitos andinos y, a través de su protagonista, muestra el valor espiritual y cultural que le proporciona su origen mestizo.
El título de la narración pretende poner el foco de esta en uno de los elementos más importantes en la cultura andina: el río «yawar mayu». Este representa la fuerza renovadora de la naturaleza y es capaz de superar cualquier obstáculo. Por ello, los niños desean ser como él: “Había que ser como ese río imperturbable y cristalino, como sus aguas vencedoras” (Arguedas, 1995: 233). La oposición que se hace en la novela entre el poder del río Apurímac y la tranquilidad del Ribac (representante de la colonia española) sirve, además, para resaltar el poder de la tradición peruana (González 1995). El muro incaico también contiene esa energia, para Ernesto es una “piedra de sangre hirviente, puk’tik yawar rumi» que, aunque se encuentra debajo de construcciones occidentales, mantiene viva la tradición cuzquezña. Como indica Ángel Rama, “lo que se indaga en las novelas de los transculturadores es una suerte de fidelidad al espíritu” (1982: 123).
Sin embargo, Arguedas no desea un enfrentamiento cultural. El escritor andino busca la convivencia; dentro de esta el zumbayllu será la máxima muestra de la posible hibridez entre elementos autóctonos y occidentales. El juego del trompo, nacido en Europea, es la unión del castellano zumbar y del quechua illu. Este juego se entrelaza “con el baile ritual y con la armonía natural” de los habitantes originarios del Perú (Usandizaga, 2013: 4). La música en la novela, como ya se ha señalado, es imprescindible para llegar a comprender la forma de vida de los índigenas.
Todos los elementos comentados muestran al lector de los Ríos profundos que “el pasado tiene valor de futuro, de fuerza que se proyecta hacia adelante” (Rama, 1988: 123). Esta fuerza es imprescindible para mantener viva y para enriquecer las culturas ancestrales. La original hibridez de la obra de Arguedas es un claro y valioso testimonio de ello.
[1] El español quechuizado se caracteriza por tener el sistema léxico y la morfología del español y por presentar la sintaxis quechua” (González, 1995: 38).
Bibliografía
- Arguedas, José, Los ríos profundos, edición de Ricardo González Vigil, Madrid, Cátedra, 1995.
- Rama, Ángel, Transculturación narrativa en América Latina, México, Siglo XXI.
- Usandizaga, Helena, «La literatura hispanoamericana», en Neus Samblancat, coord., Introducción a la literatura española. Barcelona: RBA/ Universitat Oberta de Catalunya, 1998.
- Usandizaga, Helena, Apuntes de clase sobre Los ríos Profundos, Campus virtual UAB, 2013.
Hay que leerla. Me hace recordar tu reseña la preciosa leyenda del Rímac, el río hablador de Lima. Ella nos trae reminiscencias del diluvio y de la sequía, de los dos aspectos terribles del agua: su ausencia y su abundancia desmesurada. Si interpretamos la moraleja en su parte más bucólica, la conjunción de la lluvia y el río, hermanados por un buen fin, eliminan el problema de la sequía y nos traen la felicidad Si no somos tan bucólicos y nos preguntamos por qué le llaman a olvidar al Rímac, comenzaremos a oír que también habla del huaico… hmmm, la realidad no existe ni en las leyendas, solo las interpretaciones.
Más información en
https://www.futurodelagua.com/2017/05/15/lima-y-el-rimac-de-la-leyenda-al-plan-de-restauracion/
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Sí, es una novela que te enriquece mucho.. Gracias por tu aportación. Me ha parecido muy interesante.
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A ti por descubrirme con Arguedas ríos todavía más profundos que los pocos que conozco
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¡De nada! Espero seguir ofreciéndote contenidos que te fluyan hasta el alma. Un saludo.
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Quiero leer el libro, gracias.
Saludos.
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Es una novela compleja, pero te aporta una visión de la realidad latinoamericana muy interesante. Espero que la disfrutes. Un saludo.
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