Diario de la sobrina de Don Quijote
Hace tres meses que Alonso se fue, se fue sin más rumbo que el que le marcaba su sueño. Se llevó su oxidada armadura y su maltrecho caballo. La casa sin él está tan vacía… Nunca fue muy atento conmigo, casi siempre estaba enterrado entre libros. Ni siquiera la caza disipaba de su mente al temerario Orlando o al gallardo Palmerín. A veces, me sentaba con él junto al fuego y, simplemente, lo escuchaba hablar y hablar de sus intrépidas hazañas. Su mirada brillaba al imaginarse al frente de un ejército o rescatando princesas cautivas. Ahora, es él quien debe ser rescatado de sí mismo. Tantas desventuras sufridas en sus andanzas están poniendo en riesgo su salud. Por ello, les he pedido al cura y al barbero que lo encuentren y lo traigan.
Yo sabré entender su mal y mi cariño suplirá la necesidad de sentirse especial, de sentirse útil. Sus intenciones son más que honorables, pero no comprende que hace falta mucho más que entusiasmo y osadía para poder derrotar a nuestros gigantes. Alonso, vuelve… A mi lado, ningún encantador se atreverá a engañarte y nadie se burlará de tus ilusiones. Yo seré tu fiel escudera y juntos recrearemos cientos de aventuras. Nunca dejarás de ser mi héroe. Por favor, Alonso vuelve…
Aleph
Respondía un Whatsapp a mi axolot “por fin, abandonaremos el Norte”, cuando mil y una noches cayeron sobre mi cabeza. Todo se hizo nada. Pi, pi, pi…
by: Zoraida Sánchez Mateos