La novela se convirtió en el siglo XIX en uno de los principales motores propagandísticos de las independencias latinoamericanas. La estrecha relación que se estableció en esta época entre literatura y realidad dio lugar a las llamadas ficciones fundacionales. Estas son entendidas como “las representaciones simbólicas de una realidad cuya construcción se realiza a partir de ficciones“ (Schmidt-Welle, 2003: 11). Los personajes femeninos que en ellas aparecen representarán por tanto el ideal de feminidad que se intentaba implantar en las nuevas naciones.
Las protagonistas de las novelas fundacionales Sab, María, Alberto el jugador y Margarita poseen un nivel de vida elevado, pues son herederas de ricos burgueses o hacendados y de sus enlaces depende el bienestar económico y social de sus familias. Excepto Valentina (una de los personajes de Rosario Orrego), todas han crecido sin el amparo y los cuidados de su madre biológica, aunque ello no les ha impedido desarrollar una gran capacidad para amar.
Como indica Dolores Fuentes, el amor es su finalidad vital, pero este entendido como ternura (nunca como deseo carnal), pues en el bello sexo se da siempre el “predominio del sentimiento sobre la razón, de los procesos emocionales sobre los intelectuales y creativos que correspondían, al igual que la pasión sexual, a la subjetividad masculina” (1999:187). Todas, menos Teresa (personaje de Sab que no posee una buena dote), acaban canalizando su enorme capacidad de amar al contraer matrimonio con la persona anhelada.
La enorme bondad y el inmenso afecto que las mujeres de las narraciones comentadas poseen, no solo las lleva a ser buenas esposas, sino también a intentar ayudar a los más desfavorecidos. Su espíritu solidario se manifiesta mediante su participación en instituciones de caridad (como hace Margarita) o a través de proyectos futuros como es el caso de Carlota, quien se propone liberar, en breve, a los esclavos que trabajan junto a Sab.
Su instinto de maternidad está muy desarrollado, a pesar de que la mayoría (debido a su juventud) no haya podido tener aún descendencia; sucede así con Teresa, personaje de Pelliza de Sagasta que cuida del hijo de su mejor amiga. Si son madres, como ocurre con Carmela (progenitora de Valentina) o Margarita, ellas prefieren renunciar a su felicidad, antes que permitir que su progenie sufra.
En general, todas estas féminas son extraordinariamente bellas, pero su hermosura no viene acompañada de una salud mental y física fuertes. Según Dijkstra, la enfermedad en la mujer (durante el siglo XIX) era considerada un rasgo de delicadeza y de clase pues: “Los ángeles humanos auténticos eran débiles, desvalidos y enfermizos” (1993: 26).
Por este motivo, cuando alguna de ellas cree haber perdido a su ser más anhelado, o bien cae gravemente enferma como sucede con María, o bien sufre episodios de locura transitoria o histeria. Margarita y Valentina pasan largas temporadas afectadas por la demencia, un mal que (en la mentalidad de la época) reforzaría aún más sus celestiales virtudes.
(Continuará en la próxima entrada)
———————————————————————————————————- Bibliografía: https://ddd.uab.cat/pub/tfg/2014/119410/TFG_zoraidasanchez.pdf