La privilegiada formación que recibió la escritora chilena, le permitió colaborar en publicaciones periódicas tan importantes como Sud-América o La Revista del Pacífico. Sus artículos sobre la necesidad de mejorar la educación de la mujer, para que esta pudiera instruir correctamente a los futuros ciudadanos, fueron bastante divulgados entre sus contemporáneos. En el “Prospecto” de la prestigiosa Revista de Valparaíso, fundada por la autora de Alberto el Jugador en 1873, se puede leer lo siguiente: “Si una hermosa mujer dotada por la naturaleza de todas las perfecciones físicas no la adornan las bellezas del alma, los encantos de la inteligencia, sería una bella estatua, pero sin calor, sin alma” (Orrego, 1873: 3).
El gran reconocimiento que adquirió Rosario Orrego entre los intelectuales de su época hizo que se convirtiera en la primera socia honorífica de la Academia de las Bellas Letras de Chile. Pero su figura de “mujer letrada” no le impidió compaginar la escritura con la maternidad, demostrando así que la cultura y el cuidado del hogar no eran elementos incompatibles para el progreso de la nación, sino todo lo contrario. El seudónimo con el que firmó muchas de sus creaciones, “Una madre” evidenciaba aún más tal idea, ya que como señala Beatriz Ferrús (2013) este no solo correspondía a un rol social, sino que poseía el significado de mujer culta, activa y patriota.
Sin embargo, la obra de esta autora en la actualidad es bastante desconocida, debido a que la fama que adquirió en el pasado ha quedado casi totalmente reducida a la de ser la madre de Luis Orrego, héroe de la Esmeralda. No obstante, gracias a la edición en 2003 de sus Obras completas, en los últimos años ha comenzado a reivindicarse la importancia que tuvo en la literatura chilena del siglo XIX. Su novela más emblemática, Alberto el jugador, fue publicada en la Revista del Pacífico en 1860 y reeditada, dos años más tarde, en la Revista Sud-Américana.
La recepción de este libro fue bastante polémica por su “retrato despiadado de los vicios de una sociedad corrupta por la especulación y el juego, que denotaba el fin de la imagen filantrópica de la aristocracia chilena tradicional” (Mataix, 2003: 97). Rosario Orrego con esta obrantenta concienciar al público de la importancia de la figura materna para transmitir una correcta educación a los ciudadanos; pues creía que, únicamente mediante esta se podía evitar un problema social tan perjudicial como es el vicio al juego.
Además, a lo largo de la novela introduce comentarios para hacer reflexionar al lector sobre aspectos de la personalidad de la mujer que pueden resultar de interés. Por un lado, sugiere que el género femenino posee una delicada virtud que hace que “jamás vaya sujeta a las vicisitudes de la vida ni a los acontecimientos materiales” y un aroma celeste que lo forja “fuerte aunque débil, casto a la vez que amante” (Orrego, 1860: 85). Por otro, plantea cuestiones sobre el complejo mundo de las apariencias en el bello sexo “¿Cuántas veces esos mismos ramos en lugar de ocultar una sonrisa sirven para recoger una lágrima? “(Orrego, 1860: 11).
Pero el rasgo más innovador que ofrece la escritora chilena en este libro es la reelaboración de la imagen de ángel del hogar. Las distintas acciones que realizan sus personajes femeninos invierten el rol tradicional de la novela sentimental, pues “ya no son sus héroes quienes educan a sus parejas y las protegen […] sino éstas las que se convierten en educadoras de sus cónyuges y cuidan de ellos y de sí mismas, erigiéndose en representantes de la moral, pero también en sujetos del progreso, en heroínas activas” (Ferrús, 2013: 6).
(más informaciónen: https://ddd.uab.cat/pub/tfg/2014/119410/TFG_zoraidasanchez.pdf )
Muy interesante bloc sobre la literatura sud-americana y el papel de esta gran escritora en los derechos de la mujer.
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